sábado, 13 de abril de 2013

Hay gente...

Hay gente que, como un huracán, entra en tu vida, arrasa...y se va.
Hay gente que entra como un huracán pero, lentamente, va perdiendo fuerza y se desvanece.
Hay gente cuya vida roza la tuya, casi por equivocación y sin que apenas te des cuenta.
Y hay gente que entra sin hacer ruido, pasa de puntillas por no molestar... Pero NUNCA se va.

Así sois vosotras en mi vida. Entrasteis sin que apenas me diera cuenta, llegasteis a lo más hondo que tengo, a lo que soy...y decidisteis instalaros ahí.

Y han pasado los años, han cambiado nuestras vidas, hemos cambiado incluso nosotras...y ahí seguís.

Son tantos los momentos, tantas las risas y también los llantos, tantos los abrazos y los consejos...que no podría ni empezar si quisiera contarlos.

Habéis sido mis adolescentes preferidas, mis universitarias de referencia...y ahora sois mis grandes mujeres. Mis compañeras de viaje, a quienes admiro y en quienes confío.

Siempre sin prisas, sin exigencias, sin ruido. Escuchándome y entendiéndome. Apoyándome. Esperándome si me alejaba, porque todas sabíamos que no iba a ir muy lejos.

Os quiero...
Y es un cariño dulce, tranquilo, asentado. Un cariño cálido y muy sólido. Un cariño seguro.
Un cariño que me da la certeza de que hay cosas que ni el tiempo, ni la distancia, cambiarán.

Sois tres de los grandes pilares de mi vida. Algo muy bueno debí hacer en otra vida para que me acompañéis en esta ;)


(En fin, ya avisé. Mi parte ñoña está que no cabe en sí de gozo y necesita expandirse. La he tenido que dejar salir un ratito porque me estaba dando el coñazo...

Después de un día en la playa con mis amigas, pasa lo que pasa. Que te regodeas bien en la arena, tumbada en el pareo cual croqueta fluorescente intentando absorber los rayos del sol de Abril mientras, como siempre, marujeas sinsentidos y consentidos con las que son tus amigas de toda la vida (la vida medianamente inteligente, que va desde la adolescencia hasta lo que viene siendo ahora, se entiende) Que te vas a tomar un café y, mientras ellas siguen de palique, las miras embobada, pensando en lo mucho que las vas a echar de menos, a pesar de lo poquito que os veis. Que les pides que os hagáis una foto juntas, por si te entra la morriña y necesitas uno de esos consejos suyos, en uno de tus asfixiante momentos vitales cruciales...

Y os la hacéis. Y te la llevas en el móvil. Y la miras un buen rato. Y reflexionas sobre lo mucho que las quieres y lo geniales que son.
Y caes en la cuenta de que hay algo que no te preocupa: no pueden salir nunca de tu vida, porque FORMAN PARTE de ella. Y te encanta.)






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